La investidura vista por un communard

Publicado en Nueva Tribuna el 13-03-2016

Los resultados del 20-D hacen más plural la representación en el Congreso y más compleja la gobernabilidad de España. Tenemos un Parlamento más plural y menos bipartidista, porque así lo han querido los ciudadanos. El 20-D, fueron votadas nuevas fuerzas políticas por una ciudadanía hastiada del PP y el PSOE. Añorar la “estabilidad” del bipartidismo es ignorar que esta pretendida estabilidad, fundamentada en la alternancia y en la ocupación de las estructuras del Estado y su reparto bipartidista, es una de las principales causas de la grave crisis de confianza que sufren las instituciones y la política en general. Razones no les faltan a los nuevos actores políticos para desconfiar de los de siempre.

Los mismos resultados del 20-D señalan que hay dos líderes débiles: Mariano Rajoy, que pierde más de 3’5 millones de votos y 63 escaños, y Pedro Sánchez, que a su vez pierde casi 1’5 millones de votantes y 90 diputados. Un Rajoy achicharrado por la corrupción y que no tiene quien le quiera, lo que le lleva a abdicar de ser candidato a la investidura. De lo que se aprovecha un Pedro Sánchez hostilizado, desde el día siguiente de las elecciones, por sus principales barones, que le indican los límites que no podrá traspasar si quiere ser investido. Líneas rojas que se pueden resumir en dos: no a Podemos y confluencias, y no a los independentistas. Liderazgos débiles los de los dos partidos con mayor representación, y ambos postulantes al cargo de presidente del Gobierno. Y emergen del 20-D dos liderazgos fuertes: los de Pablo Iglesias y Albert Rivera, a quienes nadie puede reprochar ni sus ambiciones ni que rechacen el rol de partidos complementarios.

No voy a especular sobre las diferentes combinaciones de investidura y de gobierno que se puedan dar entre PP, PSOE y Ciudadanos. Para mí, todas serán malas. Solo opinaré sobre el escenario de las izquierdas, y especialmente del grupo parlamentario que tiene mi voto, En Comú Podem; de aquí lo de communard del título.

La viabilidad de esta legislatura pasa por Ciudadanos. El PP, sin Rajoy, solo puede pactar con los de Rivera. Lo lamentable es que el PSOE, que podía optar entre derecha e izquierda, haya tomado la decisión de pactar con Ciudadanos. Que Pedro Sánchez se proponga presidir el Gobierno después de un batacazo electoral que reduce su representación a noventa escaños y primando el acuerdo con Ciudadanos, total 130 votos, no es audacia: es una temeridad. Pretender conseguir los apoyos de las izquierdas, imprescindibles para su investidura, partiendo del programa pactado con Rivera y realizando una negociación en la que participe Ciudadanos, es una grave dificultad. Que plantee el dilema a Podemos y otros, entre Rajoy o él, es una farsa.

El PSOE, por decisión propia, ha primado como aliados principales a Ciudadanos. Los socialistas son, ahora, prisioneros de Rivera, y ni cuentan con los votos necesarios para la investidura de su candidato. Creerse que este pacto traslada la presión de la gobernabilidad al resto de grupos políticos es un disparate. Los del PSOE aún no han entendido que para más de 6 millones de votantes ya no son, como se dice en catalán, el pal de paller de nada. Son vistos como un partido del sistema que genera mucha desconfianza. Y no es para menos; después de acumular 22 años de gobierno del Estado, bastantes responsabilidades tienen en muchas de las cosas malas que nos afligen. Comentarios para los patriotas socialistas: las cosas malas superan desde hace años las buenas, y sobre si es peor el PP, permitidnos que ambicionemos no vernos reducidos a tener que elegir entre PP y PSOE.

Frente a esta situación, a Podemos, En Comú, Compromís, las Mareas e IU se les plantea el clásico interrogante de “¿qué hacer?”.

Debemos ser conscientes de que cuando uno tiene 5’2 millones de votos el problema de la gobernabilidad también es su responsabilidad. Estamos obligados a comprometernos con la gobernabilidad del Estado. Compromiso que puede adoptar distintas formas: dentro o fuera del Gobierno, pacto de legislatura, sobre objetivos… Compromiso que debe plantearse con claridad y sinceridad.

Si este es nuestro deber, también tenemos el derecho a preguntar: ¿Investir o gobernar, para hacer qué? ¿Para qué quiere exactamente Pedro Sánchez el voto de nuestros diputados y nuestras diputadas? La respuesta socialista es: para evitar un gobierno PP. Objetivo importante, pero no suficiente a estas alturas, y viendo como está el país. Lo necesario, lo imprescindible, sería pactar un programa de Gobierno que abordara con resolución los principales retos que tiene España. Problemas que todos empiezan con la palabra crisis: crisis moral, económica, social, institucional, territorial. Pretender que el diálogo programático tenga como referencia el programa pactado con Ciudadanos es un inconveniente. El acuerdo PSOE- Ciudadanos tiene aspectos positivos, pero no aborda los principales problemas, que resumiré en dos: políticas de austeridad y crisis de relaciones entre Cataluña y España. Persistir en las fracasadas políticas de austeridad es un error, e imposibilita cualquier plan de choque social. Oponerse al reconocimiento de Cataluña como sujeto político y a su derecho a decidir, es agravar el problema.

Yo actuaría con sencillez, claridad y coherencia. Con mentalidad de representar a más de cinco millones de votantes, solo trescientos mil menos que el PSOE. Aceptaría una nueva negociación, también con la presencia de Ciudadanos –total, son los que realmente van a tener la última palabra sobre cualquier posible acuerdo. Plantearía con la máxima concreción las cuestiones fundamentales que justifican el voto morado a la investidura del candidato del PSOE. Y según la respuesta, decidiría en coherencia con los compromisos tomados con nuestros votantes, pues obviamente estaría bien consultar a la gente. Y no me movería de este guión. Lo que evitaría sería: ocurrencias, juegos tácticos, regateo político, esgrima dialéctica o maximalismos programáticos. Hay suficientes razones en nuestro programa de gobierno que, de ser aceptadas, justifican el voto a la investidura, como si son rechazadas, el voto contrario a la misma.

No se me escapa la batalla por el relato que se está dando. La intencionalidad de que hay de echar las culpas de una posible no investidura y convocatoria de elecciones anticipadas a Podemos y otros. El cerco a Pablo Iglesias se va a incrementar, pretenderán arrinconar a Podemos. Se está llegando al disparate, y se profundizará en esta irresponsabilidad, de que el 20% de los diputados y diputadas que representan a más de 6’2 millones de votantes, los que abarcan desde Podemos a IU pasando por las distintas confluencias, son un problema para la gobernabilidad de España. Frente a esta campaña, la única respuesta es: confianza, coherencia y una gran dosis de psicomotricidad política, social y mediática.